viernes, 8 de febrero de 2008

Tambores lejanos

Hola chicos-as, ayer al final me acosté a las 4, asi que esta mañana aun ando k.o.



Fue una experiencia interesante, y menos mal que los tambores venían de casi todas las partes del mundo... porque si llegan a venir de todas, no empezamos ni a las 3 de la madrugada.



Efectivamente, como suponíamos LIVIKA es rumana y vive en un barrio periférico de turquía, lo que pasa es que no canta ni baila, se dedica a cocer pan en una tahona de Estabul y en las tardes libres cuida los niños de un horfanato de manera altruista.

Lo que vimos ayer, fueron los restos del famoso tejo de Alvaro, hubo un momento en el que se oía perfectamente al bailarín retar a Alvaro, a ver quien le daba mas fuerte a los timbales, - Alvaro por supuesto , no se dió por aludido- Además , fue este el momento en el que acuñó su ya celebre frase _EN CADA TEJO, FLUYE LA ENERGIA DEL TAMBOR-



...y mira que el tipo, brincaba...


Yo desde luego, reconocí perfectamente la madera del tejo en los palitos de los tambores.

Conseguimos navegar entre la marea de cuerpos, primero hacia atrás y luego hacia delante, junto a la mocita rubia saltarina. Esa que intentaba freneticamente pisar a Charo.

Lo bonito de tantos tambores es que no me recordaba nada el tachun tachun de la banda de mi pueblo. Me evocaba mas bien una placentera tarde a la vera del palacio de cristal del retiro, aunque mis oidos todavía no se han recuperado del todo.


No obstante hay que decir que alguno y alguna , supongo que extasiados de tanto color y de tanto tambor, se retiraron antes, para -supongo- disfrutar y digerir tanto ritmo.


Alvaro y yo en un momento de necesidad bebimos de una botella de agua que alguien había dejado por allí, aunque de eso, de que el agua estaba por allí abandonada, me enteré luego.

Yo no se si fue por la quema de cigarros o por la cantidad de porros que vi alrededor, pero vi unas lucecitas muy, pero que muy raras

Menos mal que luego al final de la fiesta dimos un paseíto y bajamos el subidon, y no se si fue un efecto de aquello, pero en una casa encendida , Alvaro creyó leer un mensaje, pero tras mi ayuda infructuosa, nos dimos cuenta de que aquello no traía cuenta o que habíamos perdido mucha vista, porque no entendíamos nada.

Y como siempre, lo mejor, lo mejor, fue pasar un rato en vuestra compañía.

Y ahora a por el próximo año.